En principio, el proceso de soldadura es un cortocircuito eléctrico regulado, donde los dos extremos de los carriles actúan como polos de corriente continua.
La alta densidad de la corriente produce un arco eléctrico entre los extremos de los carriles y, debido a la elevada energía aplicada, los perfiles de los carriles se calientan hasta la temperatura de fusión. Durante el posterior recalque, los carriles son presionados el uno contra el otro a una elevada presión, produciéndose su fusión. Inmediatamente después del recalque se realiza el desbarbado del material sobrante. El resultado es una unión soldada precisa y sin materiales extraños, con una zona de influencia térmica muy reducida, una dureza prácticamente constante y una estructura cristalina favorable.