Una de las funciones más importantes del lecho de balasto es la transmisión de las cargas producidas por el tráfico ferroviario desde los carriles hacia la plataforma de la forma más homogénea posible, proporcionando así una alta resistencia lateral y longitudinal contra el desplazamiento de las traviesas. Además, asegura la elasticidad de la vía a efectos de la minimización de las cargas dinámicas y permite restablecer fácilmente la geometría de vía mediante el bateo. El lecho de balasto es capaz de cumplir sus funciones a la perfección cuando se encuentra óptimamente compactado en toda su extensión.
La estabilización dinámica de vía se realiza principalmente en combinación con el bateo.
El bateo es un método para el establecimiento de la geometría de vía correcta. Para ello, se levantan (verticalmente) y ripan (horizontalmente) los carriles con la ayuda de unas pinzas, hasta colocarlos en la posición deseada. Después, el balasto de debajo de las traviesas se junta mediante bates vibratorios y se compacta a efectos de preservar la geometría de vía corregida.
A diferencia de otros métodos de compactación utilizados en la construcción de vía, donde los cilindros vibradores se presionan directamente en la superficie de balasto, en la estabilización dinámica de vía la excitación dinámica se transmite al balasto a través del emparrillado de vía. Se trata de vibraciones horizontales o, para ser más exactos, laterales. Simultáneamente, se aplica una carga vertical estática. El resultado: un lecho de balasto compactado de forma homogénea en toda su extensión y una estabilidad mucho mayor de la posición de vía.